lunes, 24 de diciembre de 2007

26. NANAS PARA DESPERTAR-Malucos Danza


Intérpretes: Madre: Alicia P. Mantaras, Novia: Pepa Sanz, Amiga: RaquelLamadrid. Modista: Marina ClaudioGuionista: Mar OlmedillaVestuario: Ana OrtegaDiseño de iluminación: J. Miguel Bau Fotografía: Jesús RobiscoCoreografía: Carlos ChamorroProducción/Coordinación: Lidia LechadoDirección: Carlos Chamorro


"`Nanas para despertar´ trata precisamente de eso: despertar del olvido los versos, las rimas y la belleza sentida de una de las poetas castizas más queridas y populares de nuestros recuerdos, Gloria Fuertes. Una madrileña que cruzó fronteras, reales e imaginarias, con sus palabras y consiguió despertar la fantasía de niños y mayores a lo largo de varias generaciones. Nanas para despertar es un espectáculo para todos los públicos, en el que se pretende acercar al espectador -a través de la poesía, la danza y la música- a un mundo disparatado donde nada es lo que parece, y todo puede llegar a ser: El mundo de Gloria Fuertes."


Maravilloso... maravilloso, atrevido, entretenido, arriesgado, divertidísimo...... Buenísimo Carlos Chamorro, director...

Todo el que tenga oportunidad de ver esta obra, por dios que ni lo dude... Es una bomba y les deseo todo lo mejor... Parecía algo imposible cuando me enteré que era una compañía de danza que homenajeaba a Gloria Fuertes... Además con cantaora flamenca incluída... Cada vez me alegro más de haber ido. Una sala chiquitita, rebosante de gente encantada con las 4 bailarinas/actrices... Esperemos que haya miles de salas enoooormes para ellos y que duren...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

19. "BLANDY"



Si, ya sé que estaréis pensando que a qué carajo me refiero cuando digo “Blandy”. Porque esa palabra no existe, lo tengo claro... No es inglés, ni es español. Mas bien es el típico término que se inventaría un pelmazo sin idiomas queriendo expresar que algo es blando y, tirándose el rollo de que sabe inglés, ¿no?. Ea, pues aclarado el tema, os contaré cómo descubrí -gracias a “Blandy”- el mayor engaño de la historia de cualquier niño...

...Imaginad: Córdoba, 5 de Enero por la noche, cuatro hermanos nerviositos “perdíos” esperando a mamá... Esa madrugada “llegarían los Reyes Magos, de Oriente...”. Bajo la almohada, había colocado una carta para ellos y, al final del folio, un espacio con el nombre de cada uno para que me dejaran su firma y tener así unos autógrafos que enseñar en el cole el lunes siguiente...

Debíamos preparar rápidamente agua para los camellos ya que “venían sedientos de muy lejos”... También, colocar en un plato nuestro mejor polvorón “porque a Melchor, Gaspar y Baltasar les gustaban mucho los dulces navideños”... Y acostarnos muy temprano, puesto que al trío de marras “le daba coraje ver a los niños despiertos”... Y lo que es peor, “si veías la cara de los Reyes Magos, no te traían ni carbón”. Un miedo horroroso... En fin, llevaba desde el principio de mis días escuchando esta historia, creyéndola fielmente sin preguntar...

Mamá llegó tarde, cargada de bolsas. La pobre, -ahora lo sé- sola y con cuatro niños, hizo malabarismos para conseguir traer en secreto los regalos, sin imaginar que la estábamos esperando en la mismísima puerta. Con lo cual, mientras cotilleábamos las bolsas que agarraba fuertemente, comenzó a inventar una historia sobre unos Reyes Magos que habían venido antes de tiempo a “algunas casas de niños que se han portado más bien que los demás”... En resumen, que se encontró a los tres caballeros por la escalera “...y le pidieron que trajera ella a casa los paquetes, ya que le pillaba de camino...”. Antoñita la Fantástica era ella... Por un lado, nos perderíamos el ritual del agua y los mantecados, que me apasionaba. Por otro... ¡tendríamos los regalos en breves instantes!.

Aquellos años no eran muy abundantes económicamente; éramos cuatro infantes en edad escolar, creciendo continuamente y eso eran muchos gastos... Mi señora madre, con cantidad de imaginación, estiró el dinero como pudo. En cada par de zapatos colocó un paquete envuelto con papel brillante...

..Lo que les tocara al resto de mis hermanos, ni lo recuerdo, ni me provocaba la más mínima curiosidad... Yo fui directa a MI REGALO.

Pesaba poco, seamos sinceros, pero abultaba un montón. Lo abrí con cuidado de no romper el envoltorio -para usarlo en otra ocasión- y encontré un muñeco enorme. No se hallaba en una caja, únicamente estaba metido en una bolsa ruidosa de plástico transparente, de esas que se cierran por arriba con dos cartones pegados (hablemos claro, esos envoltorios de poca calidad, de juguete malo...). El susodicho llevaba una especie de pijama blanco y azul claro, con su gorrito incluido y, en el cartón que cierra la bolsa -lugar donde suele estar la información del producto que contiene-, no había nada más que un rectángulo blanco donde se podía leer:

“BLANDY, abrázalo ¡verás qué blandito!”.

Bueno, que alguien me explique qué demonios es un “Blandy”, por favor... Me quedé con cara de... no sé como decir... Es que no era una Nancy, ni un Nenuco, ni nada conocido... ¡era un “Blandy”!!! ¿Con qué cara contaba yo a mis amigas que me habían traído un “Blandy”, mientras ellas jugaban con su Barbie?

No hice alusión de mis pensamientos, pero mi madre, al verme la cara de judía verde (o algo así) gritó con entusiasmo:
- ¿Has visto lo que te han traído? ¡es el “Blandy”! ¡el que sale en la tele...!!!

Ahí si dio en el clavo. “EL QUE SALE EN LA TELE”... Era muy importante que “saliese en la tele” para que fuese un regalo valioso, o al menos yo pensaba entonces eso... No recordaba ni por asomo haber visto el anuncio del “Blandy”, mas supuse que sería con muchas niñas que lo abrazaban “viendo qué blandito era”...

Lo importante es que el comentario de que “salía en la tele” calmó mis dudas un rato. Así que me dispuse a estudiar en los minutos siguientes las posibilidades con las que contaba el muñeco.

...Por lo pronto, lo único que tenía de goma eran la cara, las manos y los pies... El resto era todo tela repleta de algodón. Supongo que imagináis la clase de muñeco del que estoy hablando. De esos en los que todo es super falso: las piernas y los brazos de tela, ni les puedes mirar el culo porque es también trapo relleno, no sabes si es chico o chica porque no se han molestado en “indicarlo” y, debajo del gorrito, no hay ni pelo. El peinado está como en relieve, de goma, en su calva cabeza... Sí señor, así era “Blandy”... Claro que -pensé- es normal que tenga tanto algodón en su cuerpo, ya que así será más esponjoso a la hora de estrecharlo entre mis brazos...

Investigado de “pe” a “pa” el producto, descubrí que la única función que tenía era la de “ser blando”, como su nombre y eslogan anunciaban... Ni hablaba, ni tenía un chupete que se pudiera arrancar “pa” que llorase, ni un miserable biberón de esos mágicos que parece que se van vaciando y al ponerlos de pie se vuelven a llenar... Nada de nada... Los brazos y piernas no se podían doblar, pues no existían rodillas, ni codos... Si osabas sentarlo, se te caía para atrás de inmediato, porque la cintura no estaba en ningún lado... En fin, que ese era mi “Blandy”, el que abultaba como un mamut, pero no tenía argumento...

A la mañana siguiente, los autógrafos estaban firmados bajo mi almohada. Aluciné con el hallazgo. Al rato fuimos al barrio de la Fuensanta, a casa de mi abuela y, por entre los bloques de pisos, pasaron los tres Reyes Magos más pobres que he visto en mi vida. Ni camellos, ni caballos... ¡Iban en burro! No era una cabalgata oficial, eran tres “colgaos” -pienso ahora- que querrían sorprender a unos sobrinos y, de paso, quitarme la ilusión. Con sus pelucas llenas de calvas, despeinadas, sus capas cutres... Yo, agarraba con fuerza a mi “Blandy” y...¡ellos sin reconocerlo!. Yo los miraba, con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando sin ningún disimulo mi muñeco, esperando que ellos dijesen:
-¡Mirad esa niña! ¡Tiene al precioso “Blandy” que dejamos en su casa anoche!-. Pero los “esollaos” pasaron de largo sin verme y, lo que es peor, sin darse cuenta de que lo que apretaba sin poder apenas respirar era ¡el regalo que me habían traído “ellos”!. ¡Qué fuerte!!!.

Me tiré todo el fin de semana jugando a un juego que inventé llamado... “abrazar al Blandy”. [...]. Sin comentarios...

Llegó el lunes. Como era costumbre que el primer día después de las vacaciones de Navidad los niños llevaran sus regalos de Reyes, pedí el permiso reglamentario a mamá para hacer lo mismo con mi inseparable.

¡Y allí estaban todas, mirándome en el recreo...! Ellas con sus patines, Barbies, Nenucos, Nancys, Barriguitas, ropa nueva... Y yo... con mi “Blandy” en la derecha, los autógrafos en la izquierda, y la cara de estar muy ocupada con mis “trajines”... Cuando alguien me preguntaba que “qué me habían traído los Reyes”, ofendida porque no lo hubieran reconocido les decía alzando el tono de voz gradualmente:
-¿Que no lo ves, nena? ¿ES EL “BLANDY”? ¡EL QUE SALE EN LA TELE!!!-. Ellas me miraban con cara de no haber visto nada que mostrase semejante mostrenco de muñeco y, con cara de desconfianza, interrogaban:
- ¿Y qué hace?- (¡Brrrrrrrr...! ¡me ponían enferma! ¡como si fuese obligatorio que los muñecos “hiciesen” algo...!!!). Así que con cara de super encantada les decía:
-¡Es blandísimo! ¿Quieres abrazarlo?- y se lo plantaba en las narices para que se convencieran por sí solas. Sin mucho interés, lo estrujaban comprobando que sí, que era muy blando pero nada más y, al no verle el interés al asunto, me lo devolvían. Corriendo les enseñaba los autógrafos de los tres Reyes Magos muy enterailla, y ellas, con expresión de que yo era bastante rara, marchaban corriendo a jugar con sus muñecos que SÍ hacían cosas (pues los suyos lloraban, se meaban, comían, hablaban, andaban, se les cambiaba el pañal, daban besos...). Yo, apretaba a mi “Blandy” de nuevo...

-”Cuchi” qué tontas... les ha tenido seguramente que dar una envidia increíble... - pensaba...

Tras varias visitas de amigas a mi rincón del patio para contemplar mis “dos tesoros”, una me contó la verdadera historia de los Reyes que, por supuesto, no creí. Es más, me sentó fatal. Seguramente me lo decía porque le daba envidia no tener ella “las auténticas firmas” de los que venían de Oriente. O porque ella no tenía un muñeco tan grande y tan blando como el mío. Aun así, la niña insistió y gritó -antes de que la echara de mi vera- que le daba pena que “muchos niños se estuviesen riendo de mí”... Era por mi bien...

La verdad -pensé después- es que si los Reyes se habían encontrado en el portal a mi madre y le habían dado a ella los regalos por no subir las escaleras, y yo soy “tan inteligente”... ¿en qué dichoso momento habían subido a mi cuarto a firmar los autógrafos?

Entré en casa convertida en una posesa, pregunté a mis hermanos mayores mis dudas, y comenzaron a reírse a carcajadas... ¡Grrrrrr.....! ¡Habían sido ellos! ¡Qué ridículo, socorrooooo....!!! Se miraban de reojo como diciendo:

-¿Qué hacemos? ¿Se lo contamos?-. Pero ya nada había que hablar... La verdad humeaba en el ambiente y... el daño hecho. Mi único consuelo era el juguete, pero... ¿sería mentira también que salía en la tele?

...Poco tiempo tardé en descubrir que no anunciaban a “Blandy” ni en las tómbolas. Intenté ver los anuncios a todas horas para averiguar la auténtica gravedad del asunto en el recreo del colegio. Jamás salió en la pantalla... Aparte, era absurdo que se anunciase un muñeco sólo por ser blando...

...Por eso me mantuve durante meses repleta de un gran sentimiento de odio, guardado en el fondo de mi corazón... Un sentimiento que únicamente sentía consolado... cuando me abrazaba a mi querido “Blandy” - lo confieso hoy-.