martes, 5 de enero de 2016

34. NOS TOMAMOS UN TEQUILA, TÍA???


Los veranos los pasábamos en un pequeño pueblecito de Alicante llamado “La Torre de la Horadada”... En mi más tierna infancia, aquello se me antojaba el paraíso. Había poco que ver ciertamente en dicho lugar. Bien temprano nos bañábamos en “la Playa del Conde”... A media mañana, todos a “Evaristo” a tomar cocacola y patatas fritas con su chorrito de limón... A la hora de comer, si no había guiso en la olla, a “Maricande” a comprar pollos asados... Por la tarde, a la playa del hotel a ver el fútbol (“Juver” contra el “Tipo Pilsen” era el partido más esperado)... Por la noche podías elegir entre “la Heladería”, el “Willy” o “La Paja”...(algo ordinario el nombre del bar, pensaréis)... ¡Qué tiempos...!!!.
Eso, nada más y nada menos, era La Torre de la Horadada. Los que tuvimos la suerte de veranear allí en esos años, quedamos colgados de su encanto... Ni carreteras asfaltadas, ni alcantarillado (únicamente agua del pozo), y sólo una carnicería que cerraba en invierno. Hoy, no es ni la sombra de lo que fue, contando hasta con paseo marítimo, un horror...
Mis abuelos paternos compraron un chalecito hace más de 40 años, cuando allí no habitaban más de 10 o 20 familias. Mis tíos pillaron la casa contigua con el tiempo, y todas las vacaciones de sol nos reuníamos la familia en pleno, apelotonados entre las dos estancias, llegando a juntarnos para comer mas de 35 personas.
En el patio interior de una de ellas, se encontraba el famoso “cuarto de las literas”. Se compraron estas camas a la vez que la casa, y, aunque algo incómodos los colchones para dormir -aún hoy existen-, era el dormitorio que siempre nos pedíamos las niñas. Al estar independiente, nos servía de escondrijo para charlar de nuestras “cosas de mujeres”... Apartada de la vivienda, con carcoma en los armarios, hacía sentirnos fuera de las normas del resto de la familia. Esos deseos de “ser mayor” siempre se cocinaban en la habitación de las literas...Mi prima “la morena” y yo, dormíamos en las camas de arriba siempre, para así cotillear en voz baja durante la noche...
Tendría nueve años ya, cuando en la playa escuché una conversación a un grupo de “mayores”. Hablaban de una borrachera muy gorda que se habían agarrado la noche anterior... Uno -con acento murciano- contaba al resto del grupo:
-Anoche nos “chispamos” tomando tequila... ¡ ¡No veía ni un “pijo” por todo lo que bebí!. ¡Acabé echando “las papas”!. Primero te metes la sal, luego el limón y... ¡se te calienta la garganta tanto que ya puedes tragarte lo que quieras!. Te lo bebes al principio de la noche y...¡ala, a hincharte...!- su pandilla escuchaba las indicaciones y yo, con disimulo, tomaba buena nota de ellas...
Aquella jornada, al oscurecer, me reuní con mi prima la morena para compartir lo que había aprendido...
-Ya me he enterado de qué hay que hacer para emborracharse, tía...- me encantaba dirigirme a ella como “tía”, que me hacía sentir super mayor y super moderna...
-¿y quién te lo ha contado, tía?-
-Yo sola, tía. He escuchado a unos en la playa, tía.- respondí dándole un tono intrigante al asunto...
-Cuenta, tía...- murmuraba en voz bajita la morena, que tenía un año más que yo nada más...
-Pues resulta que tomas sal, zumo de limón, y la garganta se calienta mogollón, tía...- exageré...
-¿Sí, tía? ¿Y así te emborrachas, tía?- con los ojos muy interesados me interrogaba...
- No, tía... falta una cosa...- e hice una pausa para dar más emoción a la información- ...cuando tienes la garganta caliente... ya te puedes tragar “lo que quieras”, tía y... ¡luego echas “las papas”!!!- contesté sin saber muy bien a qué me estaba refiriendo.
La mejor manera de comprender de lo que estábamos hablando, era ponerlo en práctica, por lo que decidimos que una de las dos iría a la cocina a por los “ingredientes” de la borrachera, mientras la otra vigilaba que no hubiese algún “padre” al acecho (en aquella casa se distinguían dos tipos de persona: “padres” e “hijos”. Los “padres lo eran de todos los niños y, los “hijos”, lo eran de cualquier “mayor”).
Me tocó hacer guardia y, en pocos minutos, la morena entró en las literas con el cargamento bajo la camiseta: medio vaso de sal, un “puñao” de limones, un cuchillo, cuatro magdalenas, un trozo de queso, un abrelatas y una lata grande de melocotones en almíbar.
Organizamos turnos para dormir, de media en media hora -como en tantas ocasiones- y esperamos a que “los padres” se durmieran para “emborracharnos” de tequila.
Sobra comentar que nuestra familia era apenas consumidora de alcohol, y no teníamos ni idea de que el tequila era una bebida. Pensábamos que quizás era “una manera” de agarrar una buena cogorza, y ya está.
Las luces de la casa al fin se apagaron y, sacamos del armario el botín robado de la cocina. Comenzaba la fechoría... Cerramos el pestillo y vaciamos el vaso en la tabla de planchar. Dividimos en dos partes el condimento, tocando a dos puñados por barba. Exprimimos los limones a mano en el vaso hasta rebosarlo. Abrimos la lata de fruta en conserva y quitamos el papel a las magdalenas. Partimos el queso en dos anchas rebanadas...
Operación Tequila inaugurada: con los carrillos repletos de sal, añadimos a la boca el medio vaso de zumo de limón que nos correspondía y tragamos, prestando gran atención a las sensaciones...
Lagrimones como castañas brotaron de nuestros inocentes ojos y un fuego abrasador hizo latir nuestros gaznates... “Todo marchaba correctamente” pues, el muchacho de la playa, había explicado que “la garganta se te calentaba”... Y ¡vaya si se calentaba...! ¡ardía a más no poder!. Nos miramos entonces, prosiguiendo con el próximo paso: “tragar todo lo que quieras”...
...El chico de marras no había especificado lo que debíamos “tragar” (por supuesto que serían cubatas, ahora pienso) por lo que nosotras -desde nuestra ignorancia infantil- llegamos a la conclusión de que “tragar” era, con seguridad, “comer”. En menos de un minuto añadimos al cuerpo el par de magdalenas oportuno, unas 4 mitades de melocotón en almíbar por cabeza -caldo incluido- y la loncha gorda de queso (tan inmensamente gruesa que lo aborrecí durante años, por cierto).
-¿Tú estás mareada ya, tía?- me decía mi prima la morena con los ojos como “chupes” y las manos apretando su estómago.
-Super mareada, tía... ¡Vaya borrachera, tía, no veo un “pijo”!- respondí simulando, con la expresión, al chaval del tequila...
Puedo jurar que veía doble y, puesto que ahora sí conozco -con mi madurez- los reales efectos de las copas de más, he de decir que son bastante similares a los de aquel mejunje consumido por las dos tontas de turno...
Dolores fuertes de estómago, sonidos extraños, visiones, pérdida de la realidad, risa floja por el malestar... nos faltaron los “cantos populares” para colocar el broche a aquella noche de “tequila”... ¡Qué mal rato, madre mía! El verdadero punto y final de la borrachera se culminó en la taza del W.C... Porque echamos las famosas “papas” -empezaba ahora a comprender aquella “expresión” escuchada desde la arena-, la “paella del medio día”, los “melocotones en almíbar”, las “magdalenas”, el “queso gordo” y... hasta “la madre que nos parió” por la boca...

12 comentarios:

koko dijo...

haaaahaahaaa!! me has matao!! habría que veros!!

Win dijo...

jajaja... te lo juro que es literal lo que cuento...jajaja...

Anónimo dijo...

Pero con que edad os paso esto?

yo a lo mas que llegue fue a comer arena de chica xD

Agus dijo...

Buena historia, Winchester. La casa debía ser como el camarote de los hnos. Marx, pero en grande...jajajaj
El tequila está bueno así, pero como mejor está y entra es con zumo de pomelo , acompañado de carpaccio de lomos de lemur. Un puto manjar, que coloca lo justo.
Salud!
El Agus

Win dijo...

Lara, teníamos 9 años, 9 años...
Y Agus... a mi el tequila no me gusta....Vamos, el alcohol en general y si sumas que soy vegetariana...pues me quedo sin probar lo que cuentas... (lomos de LEMUR? será coña, no?)

Agus dijo...

Sí Rakel... es coña
Saludos desde el Matadero
El Agus

siouxie dijo...

Ay menos mal que el agus no se carga a los lemures para comérselos con el tequila, con lo monos que son los lemures, así cuando se ponen en pié de un salto para divisar a lo lejos...
Rakel, en mi pueblo teníamos una casa familiar donde también pasábamos unas vacaciones estilo camarote de los Marx, la mar de apañaícas. Eso sí, En las tuyas teníais playa. Nosotros ná, pueblo de la sierra, aislado y con un cine de verano y una verbena cada sábado. Vamos, para morirse del estresss. De niños por los juegos, y de adultos por liberarse del estress, genial, pero a la edad del pavo, un ajko, te lo digo yo.

anah! dijo...

jajajajaj tia tiiia tiaaa como te pasabas¡¡

..SanDrush.. dijo...

jajajajaja...pasaba por aki y he leido tu texto y me he reido bastante con lo inocentes y pequeñas mujercitas ke llegamos a ser las chicas con esas edades jeje...enserio muy bueno.
Yo lo máximo absurdo e ignorante ke llegué a hacer es 1cachimba cuando era una xavalita de 13 años con una botella de cocacola sin alcohol ni nada y un pitillo jajaja todos "supuestamente" ibamos fumadisimos pero debía de ser de Fortuna y gas jaja...pero y lo felices ke eramos! jajaja.
1 saludo xika.

Unknown dijo...

Jajajaj!! Me ha encantado y sacado más de una sonrisilla (no es jodío ni na a través de una pantalla). Es genial cómo cuentas con tanta gracia y sin vergüenza cosas que a otros nos costaría mucho reconocer (aunque fuera con la excusa de la juventud).
Sinceras enhorabuenas (y gracias :)
Te seguiré en adelante

Win dijo...

Después de miles de años de camarera, fue hace bien poquito cuando, sirviendo unos tequilas, recordé esta historia... No daba crédito a mis recuerdos, pero así fue, y mi prima la morena lo puede corroborar...

Martin Murphy dijo...

vaya tela ,nena.....jajajaja.....qué grandes recuerdos los tuyos, y qué grandes veranos debieron ser...y tan joven y ya tan intrigada por experimentar sensaciones.....jajajaja
Un beso de otro Torreño