martes, 5 de enero de 2016

64. OS INVITO A CENAR


Al año siguiente de la broma... más o menos hace 15 años...


...Ya abandonado el nido de mis hermanas, y habiendo probado estar sola un tiempo sin que hubiese funcionado, un amigo de siempre -diez años más mayor que yo- me ofreció su casa para vivir un tiempo... El lugar en cuestión eran dos viviendas unidas por un patio inmenso. Una planta baja, super antigua, de habitaciones amplias y techos eternos.
Lo compartía con otro chico, muy creativo al igual que él.
Miles de dibujos decoraban las paredes; espirales, corazones, flores... Colchas vistosas, cortinas de colores chillones, muebles reciclados por ellos y reliquias de adorno componían la estancia. Ellos se estaban recuperando de “problemillas de salud y de no quererse demasiado”.
Yo, en cambio, la más sana del mundo -ni alcohol, ni noche, ni drogas-, me incorporaba a sus vidas para dar un toque de frescura y control a sus días. No quería saber nada del mundo masculino y como a estos amigos no les interesaban las chicas -en el campo de la pareja, digo- pues matábamos varios pájaros de un tiro conviviendo los tres juntitos...
El dueño de la casa, cocinaba un poco como el culo, la verdad. Pero lo hacía todo con tanto cariño, que no éramos capaces de permitirnos un “no” cuando le daba por jugar con las ollas. En realidad es que éramos un poco pobres, para variar, y se guisaba con un poco de todo lo que se tenía. Yo me quejaba del “bolondro que cocinaba con mi hermana Eva”, pero después de conocerlo a él, cualquier cosa mala antes tragada era un capricho de dioses... (doce años más tarde, se ha convertido en un gran cocinero y trabaja en Barcelona. Claro que yo, la faceta que conocí, fue la de “doce años atrás”...).
La primera vez que noté un sabor rarillo a su comida, salada como sus indios, me callé la boca. Fue el otro compañero de piso el que hizo el comentario con la sonrisa torcida por el “exceso de cloruro de sodio” en la salsa... Además, una especie de lonchas blandas amarillentas flotaban en el jugo de aquel extraño sustento. Ya que durante los primeros años de mi infancia aprendí a tragar con agua los alimentos que detestaba, hice caso omiso al comentario y engullí como buenamente pude mi ración de rancho sin perder la compostura.
Al recoger la cocina y vaciar los restos de los platos en la basura, descubrí una bolsa vacía de patatas onduladas “sabor jamón”. ¡Eso era lo “salado” del potingue que nos puso para almorzar, y las cosas esas fofas que navegaban en el caldillo...! Había echado el paquete ese para darle “sabor”, por lo que se veía... Aunque asqueroso, al menos ya sabía a ciencia cierta lo que había engullido. Peor era la duda...
Supe entonces que teníamos que tener mucho cuidadín cuando el jefe de la casa se sintiera poseído por el espíritu del pollo a la Pantoja.
Una compañera de estudios vino de visita, y el aprendiz de Arguiñano se ofreció a preparar una gran cena. Socorro.
El mantel estupendo, la temperatura de la noche maravillosa... y la cocina ocupada en la preparación de una “pasta con carne y tomate que os vais a chupar los dedos”- repetía una y otra vez. (yo ya teníaa abandonada la carne en mi dieta, pero por educación lo dejé pasar)
Oler, olía bien. Mentiría si dijese lo contrario. No obstante, mis orificios nasales detectaron una de esas “rarezas” a las que no acababa de acostumbrarme. Me dije que sería por el avecrem.
Los macarrones estaban “al dente”, y la salsa deliciosa... Y, para variar, unas cosas extrañas flotando que no me sonaban a nada ni en el sabor ni en la forma. Como si hubiera echado una salchicha la mitad de fina que las frankfurt corrientes, pero cortada a trozos de un centímetro y medio. Debía ser la “supuesta” carne que titulaba su plato. Recordaba perfectamente que había mencionado “carne” y tomate. Pero a mí no me recordaba el sabor a ningún animal de nuestra cocina mediterránea.
Mi amiga, discreta, comentó:
-¿Y qué carne dices que es ésta?-
El otro, con cara de importante, pero sin mirarla a los ojos -lo cual me hizo sospechar que había gato encerrado- manifestó:
-...Ejem... ternera...-
¿Ternera?- me dije. Tardé menos uno en agarrar mi comida con cara de descomposición y volar a la cocina. Porque SÉ perfectamente cómo es la textura de la ternera, y “ESO” no era ternera ni de coña...
Era más bien gelatinoso, y su gustillo no recordaba a nada saboreado en mi vida (ni tú en la tuya, vamos...).
Con el plato entre las manos, con todavía algún que otro trozo de “esas cosas” entre el tomate, busqué en cada resquicio de aquel cuarto con el fin de encontrar “algo” que se pareciese o al menos me ayudara a descubrir qué carajo me estaba comiendo... En la basura, nada. Por las estanterías, los armaritos... ¡nada similar!. Abrí el frigorífico como una posesa y comparé las sobras de los cuencos y platos... y ni un sólo resto se asemejaba a “esas cosas” que acompañaban mis macarrones...
Pero entonces... vi la luz... Allí se encontraba “la lata”. Esa lata grande, abierta quién sabe cuándo... Me apoderé de ella como si mi vida dependiese de ello. Estaba por la mitad. Medio llena o medio vacía, qué más me daba... La incliné... y allí se hallaban esa especie de gusanos gordos, viscosos y recortados... Y siete palabras claramente impresas en el frontal del tarro:
“PERRINAT, EL MEJOR ALIMENTO PARA SU PERRO”
El universo es muy justo, si ya lo decía yo...

9 comentarios:

Cybernapya dijo...

Y tanto... Yo creo en la ley del karma... Besos. por cierto, a ver si cotilleamos....

Adela Abós dijo...

jajajaja, !Pobretaaaa¡¡¡te dieron de tu propia medicina....

Aunque esto me hace pensar que hay que tener cuidado, que las cosas de la vida tienen efecto "boomerang". Que lo que lanzas.. vuelve...

Buen finde.... ;)

Anónimo dijo...

Quien a hierro mata a hierro muere, está claro.
De todas maneras, todos los cocineros empiezan así, experimentando xDD seguro que Adriá empezó usando comida para peces como especias

Un beso!

marichucky dijo...

vale, vivo en Barcelona y no me tranquiliza nada que el experimentador de tu amigo se gane la vida como cocinero en mi ciudad... ejem... Una cosa es poner paté a tu hermana y partirte de la risa, y otra hacer comer a alguien un plato cocinado con comida de perro... aaaayyyy qué cosica!!!

Tania dijo...

jijiji...
si es quee!!!

Maryjuano dijo...

niña!!!!! con lo que me gusta la pasta y al ver ese plato tan bonito me a entrado hambre...hasta que a salido a relucir lo de la comida de perro......puaaaaajjjjjjj...en fin y yo que te iva a decir que si me "convidabas" un dia a un platico de pasta de esos tan ricos que tu preparas...jejeje un saluidito guapa.

siouxie dijo...

Mari, pon otro post ya, que me están dando askito los macarrones con dog chow :P

koko dijo...

totalmente de acuerdo !! actualización ya!! que los griegos ya se están cabreando!!

Anónimo dijo...

y por que lo hizo? por experimentar? jo...yo creo que si un colega me hiciera eso me mosquearia ya de por vida...pelin fuerte, no?