lunes, 11 de abril de 2011
109. EL BOLA
Hacía tiempo que no adoptábamos a un compañero más. Al menos para quedarse...
Porque además El Bola no es "una mascotilla". Es como traerte a vivir contigo a tu tía abuela...
Él no es un perro cualquiera. No es fiel por naturaleza, ni sumiso... No te adora gratis...
O se enamora de tí, o te ignora.
El Bola no es como el Richi, o la Mona, o la Enanilla, que siempre los tienes encima. No te espera en la puerta del wc mientras te duchas, ni te sigue mientras friegas, ni sube al sofá cuando te sientas a ver la tele, ni duerme a tus pies, ni acude a tu llamada cuando te apetece calorcillo animal.
Únicamente se te acerca CUANDO LE DA LA GANA. El resto del día, es sordo...
Por más que intentamos que se monte en el sofá o en la cama nosotros, él siempre prefiere un rincón lejano, donde ni alcances para acariciarlo furtivamente... Así que ahí andamos, engañándolo con tonitos de voz cursis, pa conseguir que nos regale un abrazo de más de un minuto...
El Bola, además, es un perro despistado a la hora del paseo... No mea ni caga (me niego a hablar del tema utilizando el término "hacer sus deposiciones" tan de moda entre los que piensan que los animales son "p'al campo") a no ser que estemos todos super concentrados en ello. Y cuando digo "todos", me refiero a "TODOS": Flamen, Richi y yo (el primero es mi novio, aunque suene su nombre también a mascota).
Como uno de los tres se entretenga con cualquier cosa o no vaya en manada, el Bola se sienta. Como se te ocurra pensar en lo que vas a guisar mañana, o hables por teléfono, o comentes la noche de trabajo... el Bola deja de olisquear. Si ya por aburrimiento se me ocurre sentarme en un escalón esperando a que encuentre su lugar escogido, mi chico me dice:
-Rakel, tía. vente aquí que si no ya sabes que está pendiente de tí y no hace nada!!
Así que, ahí vamos los cuatro en cada salida, dos personas y dos perros, pegados, mirándole el culo al Bola sin poder pensar en otra cosa, si no queremos que la salida se haga eterna...
Y, por supuesto, no se te ocurra regañarle con demasiada efusividad. Porque el Bola "se corta", se va a un rinconcito, y no te habla en el resto del día. Como te lo cuento... Menos mal que una, ha leído mucho sobre la asertividad, aunque nunca imaginé tener que poner todo en práctica con este personajillo...
Otra de sus particularidades es que le gusta comer. Pero no solo su comida. Él arrasa con la suya, la del Richi, y la de las gatas. Hemos tenido que inventar mil artimañas para que no mueran de inanición el resto. Y aun así, diría que están más flacos desde que el Bola llegó... Y más sedientos. Todos pesamos menos, creo yo...
Y bueno, para hablar de sus ronquidos necesitaría otro capítulo, porque es como tener a un oso en tu habitación. Y no creas que le vale el sonidito aquel que se le hace al marido "gl, gl, gl" (por dios, cómo coño se escribe ese sonido?). Éste te tiene la noche en vela porque, es que él respira así siempre, y eso es lo que hay...
De todas maneras, el Bola no sabe que es un Chow Chow, ni lo que ese caracter conlleva... Todavía no le he dicho lo que es. Y he prohibido a mi entorno que se lo chive. Esa raza es de personalidad gatuna, y con lo que me ha costado convencer a mis gatas de que son perras labradoras, solo me faltaba a mi tener un gato de 30 kilos... El único que piensa que es un gato es mi perro Richi, porque solo así conseguí que se enamorara de la Mona y la Enanilla y las protegiera... Así que hemos pensado decirle que es una chinchilla. No sé si colará, sobre todo cuando se mire en un espejo, pero vamos a trabajar duro para que se lo crea.
Ahora sí, un solo abrazo del Bola te carga de energía una semana. Y por lavar esos pies regordetillos y calentitos, yo aguanto ronquidos y lo que me echen...
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