Hace 17 años....
Instalada definitivamente en Córdoba, echaba mucho de menos a mis dos nuevos hermanos pequeños que vivían en Madrid. Por eso, cuando el curso terminaba, con las calores, los recogía y me los llevaba a la casa de la playa de Alicante, con mi abuelo. Allí pasábamos los juntitos el veranito mientras mi padre y su mujer continuaban trabajando en la capital. Los “mayores” siempre tienen menos vacaciones, y ellos eran muy pequeños para estar asfixiados y aburridos sin cole en el centro de España...
La pequeña tendría ocho añitos (nos llevamos once) y el benjamín - al que estábamos intentando enseñar a vivir sin pañal- solo dos primaveras.
Se presentaban entretenidos los bochornosos días; por las mañanas, a la playa, luego a comer con “el abuelito”, la siesta, ponernos guapos por las tardes para jugar un rato... Después de cenar, nos
sentábamos en el porche los cuatro -mi abuelo nos deleitaba con su laúd- antes de ir a dormir... ¡Qué tiempos...!.
El único problema -si acaso- era enseñar al enano a hacer “sus cositas” en el w.c. Por más que intentábamos llevarlo “meao y cagao” a la playa, era pisar la arena y decirme con cara de descompuesto:
-”Teno bolita”...- ya que, para él, “pipí” se decía “pipí”, pero a “lo otro” le denominaba (super fino él) “bolita de pis”... Parecía un extraterrestre...
Todos los días repetía la misma operación, haciéndonos buscar un hueco lejano entre los bañistas para -con disimulo- sacar de su bañador aquellas “cagarrutas” y enterrarlas como buenamente podíamos...
Vamos, un corte...
Se presentaban entretenidos los bochornosos días; por las mañanas, a la playa, luego a comer con “el abuelito”, la siesta, ponernos guapos por las tardes para jugar un rato... Después de cenar, nos
sentábamos en el porche los cuatro -mi abuelo nos deleitaba con su laúd- antes de ir a dormir... ¡Qué tiempos...!.
El único problema -si acaso- era enseñar al enano a hacer “sus cositas” en el w.c. Por más que intentábamos llevarlo “meao y cagao” a la playa, era pisar la arena y decirme con cara de descompuesto:
-”Teno bolita”...- ya que, para él, “pipí” se decía “pipí”, pero a “lo otro” le denominaba (super fino él) “bolita de pis”... Parecía un extraterrestre...
Todos los días repetía la misma operación, haciéndonos buscar un hueco lejano entre los bañistas para -con disimulo- sacar de su bañador aquellas “cagarrutas” y enterrarlas como buenamente podíamos...
Vamos, un corte...
Una mañana incluso se atrevió a expulsar sus “redondeces” en la mismísima puerta del chalet de la vecina. Era como tener un perrillo... Cuando regresé de la cocina -escoba y recogedor en mano- para retirar el “regalito”, el muy..., le estaba diciendo con su corto vocabulario
a la señora (que acababa de descubrir aquello):
-Mi hermana, que se ha hecho aquí una “bolita de pis”...- la mujer me observaba con desconfianza mientras recogía las perfectas esferas perfumadas... Yo, sonreía temblorosa, como diciendo:
-¡Este niñooooooooo....qué cosas tieneeeeee...!- aunque no la veía muy convencida de que NO hubiese sido yo la causante de tal decoración en sus baldosas...
a la señora (que acababa de descubrir aquello):
-Mi hermana, que se ha hecho aquí una “bolita de pis”...- la mujer me observaba con desconfianza mientras recogía las perfectas esferas perfumadas... Yo, sonreía temblorosa, como diciendo:
-¡Este niñooooooooo....qué cosas tieneeeeee...!- aunque no la veía muy convencida de que NO hubiese sido yo la causante de tal decoración en sus baldosas...
Lo pasábamos estupendamente, aunque no podíamos jugar demasiado en el mar, porque el cagón era aún un bebé y teníamos que estar pendientes.
El verano que cumplió 5 años sí que disfrutamos de lo lindo. Ya podíamos corretear con él, que estaba hecho todo un hombrecito... ¡Qué día más bueno!!! Bandera verde, maravilloso... Habíamos llevado “melocotones del tito” y, con el papel de plata que la envolvía, decidimos hacer una bolita (de “albal”, que no de “pis”) con la que divertirnos. La pequeña propuso un juego llamado “a, e, i, o, u”. Debíamos pasarnos la pelota dando toques, sin agarrarla, nombrando las vocales.
El verano que cumplió 5 años sí que disfrutamos de lo lindo. Ya podíamos corretear con él, que estaba hecho todo un hombrecito... ¡Qué día más bueno!!! Bandera verde, maravilloso... Habíamos llevado “melocotones del tito” y, con el papel de plata que la envolvía, decidimos hacer una bolita (de “albal”, que no de “pis”) con la que divertirnos. La pequeña propuso un juego llamado “a, e, i, o, u”. Debíamos pasarnos la pelota dando toques, sin agarrarla, nombrando las vocales.
Al que le tocara gritar la “u”, tenía que lanzarla en dirección al cuerpo de uno de los tres y, al que le diera, perdía y le echábamos agua. Era un coñazo el juego, porque éramos pocos y, el pequeño, no contaba -cascarón de huevo, que se dice- por ser bastante malo en los
tiros.
tiros.
Mi hermana la mediana, que a veces se apuntaba a los veraneos sin padres, tomaba el sol en su toalla... ¡No le faltaba un detalle, hijo mío!. Su crema, sus pulseras, su brillo de labios, su cojincillo hinchable para la cabeza y... sus famosos “TAPONES DE LOS OÍDOS”. Siempre tenía problemas con ellos, porque “le entraba agua y luego le dolían...” (De hecho, tuvo alguna que otra operación). Cada vez que se metía a bañarse, con aquellos tarugos de silicona azul hechos a medida, nos advertía a todos de no mojarla. Algún graciosillo que osaba salpicar unas gotitas frías en su cuerpo mozuelo, para molestarla, se arrepentía de por vida por la gran bronca que le caía encima:
-¿Tú eres imbécil? ¡Que me va a entrar agua en los oídos! ¿No te enteras que no puedo mojármelos? ¡Si te pasara a ti, ya verías...!!!- y todo esto, a grito pelao, mientras te miraba el mundo entero con cara de “regañamiento”...
- ¿Y si le preguntamos que si juega con nosotros?- propuso mi hermana
pequeña.
- No va a querer, porque “le entra agua...”- dijo el el enano remeándola con fastidio...
- Yo ni lo intento... Ni muerta... con lo agustito que está...- y de esa manera, finalicé la conversación.
-¿Tú eres imbécil? ¡Que me va a entrar agua en los oídos! ¿No te enteras que no puedo mojármelos? ¡Si te pasara a ti, ya verías...!!!- y todo esto, a grito pelao, mientras te miraba el mundo entero con cara de “regañamiento”...
- ¿Y si le preguntamos que si juega con nosotros?- propuso mi hermana
pequeña.
- No va a querer, porque “le entra agua...”- dijo el el enano remeándola con fastidio...
- Yo ni lo intento... Ni muerta... con lo agustito que está...- y de esa manera, finalicé la conversación.
El antiguo “hacedor de bolitas”, hastiado, se acercó a unos metros de ella... Con un tonillo nada disimulado -de vendedor de melones casi-, pregonó con insistencia en dirección a “doña abalorios-playeros”:
-¿Quién jueeeeeeeega a “a, e, i, o, u-uuuuuuu...”?. ¿Quién
jueeeeeeeega a “a, e, i, o, u-uuuuuuu...”?- cantaba sin parar a su alrededor... pero... ¡ni caso!. La tía no se daba por aludida, o bien se hacía la “más-sorda” aún... Volvió entonces al agua con cara de perdedor...
-¿Quién jueeeeeeeega a “a, e, i, o, u-uuuuuuu...”?. ¿Quién
jueeeeeeeega a “a, e, i, o, u-uuuuuuu...”?- cantaba sin parar a su alrededor... pero... ¡ni caso!. La tía no se daba por aludida, o bien se hacía la “más-sorda” aún... Volvió entonces al agua con cara de perdedor...
El aburrimiento era tal, que, venciendo el miedo que nos daba su respuesta, nos decidimos a ver “si jugaba con nosotros”... La respuesta fue “NO” y, el motivo, ya lo imagináis...
Procedimos al “plan B”: dar la plasta hasta conseguir convencerla, en lo cual, invertimos tres cuartitos de hora al menos...
-¡Pero como me mojéis, os enteráis...!- avisaba con muy mala cara la
mediana...
¡Por fin!!!. Ya éramos cuatro para jugar, ¡qué divertido!. La otra siguió poniendo condiciones, y finalmente “en la mismísima orilla para evitar salpicaduras” comenzó el “a, e, i, o, u” más corto de la historia... (más bien el “a, e, i”, ahora veréis porqué).
Procedimos al “plan B”: dar la plasta hasta conseguir convencerla, en lo cual, invertimos tres cuartitos de hora al menos...
-¡Pero como me mojéis, os enteráis...!- avisaba con muy mala cara la
mediana...
¡Por fin!!!. Ya éramos cuatro para jugar, ¡qué divertido!. La otra siguió poniendo condiciones, y finalmente “en la mismísima orilla para evitar salpicaduras” comenzó el “a, e, i, o, u” más corto de la historia... (más bien el “a, e, i”, ahora veréis porqué).
...El pequeño, más torpón en puntería por la edad, dio el primero de los toques: “a”.
Mi hermanilla, muy atlética, el segundo: “e”...
Mi hermanilla, muy atlética, el segundo: “e”...
La pelotita iba en dirección a la “entaponada” que, resuelta, pegó un saltito, alzó la cabeza, y estiró la mano para conseguir dar el golpe que correspondía a la letra “i”. Pero lo que soltó por su boca no fue un “i” normal. Gritó un “iiiiiiiiiiiiiiiiiii...”, largo como una alarma. Y allí concluyó el juego. ...Le había dado un tirón en el cuello impresionante y, se le quedó la cabeza pillada, en una postura extrañísima... ¡que vaya risa que nos dio!. Agarrándose a su pescuezo, descompuesta por el dolor -y ese “iiiiiiiiiiiii...” resonando en nuestras cabezas sin parar nos invitó -sin amabilidad- a no descojonarnos, y marchó a la toalla en cuanto su tendón enganchado se lo permitió. Plan “C”: rogar...
Intentamos varias veces ir en su busca para proseguir, pero para ello se nos tenía que pasar la risa, cosa complicada. Conseguimos que retomara el juego, claro que con el gesto más tieso que un palo... Su mirada inquisidora daba a entender que, si alguien mostraba la menor alegría, se iba.
-¡”a”!!!- repitió mi minúsculo hermano.
-¡”e”!!!- esta vez fui yo la que paró la bola, con demasiada intensidad, creo...
...Porque la de la “mala follá”, por la fuerza de mi golpe, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, cual tabla de planchar... empapando sus “secos” oídos, su cuerpo serrano y hasta el moño que llevaba... aullando aquel “iiiiiiiiiiiiii...” de rigor...
-¡”a”!!!- repitió mi minúsculo hermano.
-¡”e”!!!- esta vez fui yo la que paró la bola, con demasiada intensidad, creo...
...Porque la de la “mala follá”, por la fuerza de mi golpe, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, cual tabla de planchar... empapando sus “secos” oídos, su cuerpo serrano y hasta el moño que llevaba... aullando aquel “iiiiiiiiiiiiii...” de rigor...
Juro que intentamos no reírnos... mas nos fue imposible... Nos cayó la “del galgo” el resto del verano, escuchando sin piedad la frase: “¡POR VUESTRA CULPA!!!”... ya que estuvo semanas enteras con otitis...
...Jamás tuvimos el placer de escuchar la “o” y la “u” de aquel interesante juego...
10 comentarios:
jajajaj pobre tu hermana jajajajaja oju lo que me harto de reir eres la leche contando als cosas niña jajajaj me las imagino un monton un saludooo
¿Aún os habla? jeje, mala edad para estar con el pescuezo torzido!!!
Ainssssssss...pero que malosssss xD xD!!!...eso no se haceeeee!!!pobreeeeeeee!!!jajajajja...
Cuando puedas te pasas por mi blog a recoger un premio(no sé si te hacen gracia) pero te lo doy con todo mi cariño por haberme hecho pasar tan buenos momentos estos días...
Un besoteeeee!!!
riéndose de la desgracia ajena...
QUÉ VERGÜENZA!
Te puedo asegurar que mi propia hermana, ésta de la que hablo, se ha descojonado leyendo y le han caído lágrimas de risa...
dios santo, basta no encender el ordenador unos días para encontrarse aquí media biblia, vamos a leer con paciencia...
Win, qué narración más bonita y, como se que es vivida, auún me gusta más.Aunque tengamos mucha diferencia de edad, me has hecho ser niña y jugar en la playa contifgo.
Un beso
La primera vez que leí esta historia, hace varios meses, me partí de risa :).
La segunda me ha pillado cenando, y eso de las "bolitas de pis", me ha dado un poco de ajkito, la verdad :P
mis veranos en el pueblo eran parecidos, pero en lugar de acabar con otitis, alguno terminaba con el labio roto o la cabeza abierta...
AMPAROOO
jajaja. Es que me he reído un montón porque tu hermana me recuerda mucho a una prima que tenía en Barna (pero procedente de Sevilla) y que tenía el mismito mismito estilazo!!!
juajuajua nosotras que éramos más pequeñas queríamos jugar pero ella no se dignaba ni a acercarse hasta que un día.........
(continuará)
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