Esta noche brillará una estrella más... Se nos fue Caneco...
Caneco era de esas personas entrañables a las que todo el mundo quiere. Y ha marchao tan rápido como aparecía y desaparecía en vida...
El "profeta Elías" se fue a reencontrarse con su madre, que sabiamente partió tiempo antes para ir preparándole una mullida cama...
Su historia es como un cuento...
La primera vez que hablé con Caneco no podía dar crédito a lo que me contaba... pero era su verdad y él la creía fielmente... Dios, al que tanto adoraba, le había prometido un puesto de ministro por haber hecho llover durante años, y una princesa bellísima. Y palacios, y tierras, y dinero que pensaba repartir entre todos....
Me contaba cómo se le apareció en forma de paloma un día en el campo y cómo en varias ocasiones había conseguido vencer al maligno...
Gitano moreno de piel curtida, que arrastraba cierto aire de belleza flamenca en su juventud. Y una mirada llena de bondad y melancolía...
Caneco se hacía querer por extraños que te parecieran sus relatos, porque donde hay madera de buena persona la cordura es lo de menos. Lo importante es lo que te movía por dentro cuando lo escuchabas.
Personalmente me importaba poco que fuera una realidad lo que hablaba, porque me gustaba escucharlo ya que a mi me parecía un actor de una película en blanco y negro...
Recuerdo su piel manchada, la sombra que bordeaba sus ojos. Sus manos morenas impecables y su pelo rebelde rematado con aquellas patillas eternas... Y, entre lágrimas y sonrisas, recuerdo los lóbulos de sus orejas, regordetillos -dicen que de sabios y sensibles- de los que un día le comenté que eran como croquetas... Y la tristeza que supuraba su mirar, ayudada por sus cejas encorvadas...
Caneco siempre iba bien vestido, con esas hechuras que eternamente conservan los artistas por años que pasen, por circunstancias vividas... Y querido sería cuando no faltaba a ninguna boda, comunión, bautizo o pedimento. Porque si no uno, era otro, pero para él había siempre hueco en un coche para llevarlo.
Y era en esas reuniones flamencas cuando hacía su aparición más estelar. Porque aunque su traje puede que no fuese el más caro, su porte era siempre expléndido. Peinado y perfumado, con pañuelito de lunares en el bolsillo de la chaqueta incluído.
Y allí en los corrillos, las niñas lo sacaban a bailar, y es entonces cuando se vislumbraba aquel bailaor que fue en su juventud, que le llevó a figurar en la serie "Curro Jiménez"...
Era muy común que los niños le hicieran compás y se marcara su patailla entre ovaciones. Estaba "sembrao"...
En los meses en que trabajé de camarera en el Dadá, mi cliente más fiel era Caneco.
No faltaba una noche.
Yo le ponía su copita de menta, y él se sentaba frente a mi en aquellas primeras horas en las que la ausencia de trabajo me desesperaba, y miraba con su perpetua tristeza... Y me hacía más fácil la jornada.
-Desde luego, Caneco... qué cosa más antigua beberse un "pipermint"!!!- y se reía...
Apoyaba su brazo en la barra y sujetaba su cara cansada con la mano... Y cuando levantaba la vista, yo le sonreía y él me respondía con un gesto de cabeza, un leve movimiento, que yo sabía que significaba algo así como "ea, aquí estamos"...
Y así pasaban las horas repitiendo la misma escena...
Una vez me pidió tres euros "para una cosa" y volvió media hora más tarde, muy disimulao, como si viniese de hacer algo muy importante... y con el jersey lleno de migas de pan. Me hizo gracia, porque se ve que le entró hambre y le dió corte decírmelo...
A veces me comentaba que estaba cansado de esperar a la mujer que Dios le tenía preparada y yo le decía:
-Caneco, a ver si le has entendido mal. No será que tienes que buscarla tú?
A lo que contestaba con tristeza:
-Si Dios me ha dicho que me va a dar una princesa, tendré que esperar- Porque si algo tenía este gitano era paciencia en su espera...
-A ver, cuando Dios quiera me la dará... -y ya le cambiaba la cara y emocionado continuaba- Es una condesa, sabes? La condesa "Pepi" (o al menos eso entendía yo) y es muy guapa. ¿Tienes crédito? Pues marca el número de palacio...
Yo sacaba mi teléfono y hacía que marcaba un número de Madrid que él me iba indicando...
-Condesa?...-y entonces se ponía a hablar con aquel teléfono donde no sonaba nada y me lo pasaba para que yo hablara con ella.
Allí no se escuchaba más que el "pi pi pi" de la línea, y yo se lo comunicaba. Porque yo no quería mentirle. Pero Caneco debía tener un sentido del que yo carecía, porque se alejaba unos metros y yo le veía hablar...
Con el tiempo alguien le dió un teléfono sin línea y ya no necesitaba pedir favores a nadie para hablar con su amada...
Recuerdo el día en que me contó que le pasaba algo muy malo; y era que llamaba a su condesa y ya no escuchaba nada...
Yo me alegré y le dije:
-No Caneco, eso no es malo, eso es muy bueno...
El día que me entrevistó Quintero, nombré a Caneco y le llegó a los oídos. Me encantaba porque me decía:
-Entonces fuiste a Quintero a hablar de mi?- Estaba convencido de que hablamos de él durante todo el programa y siempre esperó su llamada...
A mi me gustaba mucho estar en la Corredera al sol, con un café, y a menudo aparecía Caneco en mi mesa...
Se sentaba, y lo primero que hacía era remangarse los pantalones.
Recuerdo sus tobillitos finos, con los mocasines y los calcetines a la vista, y las piernas al aire hasta las rodillas. Siempre lo hacía. Y mi respuesta, la misma:
-Caneco, no se puede ir tan elegante y con el pantalón subido!!!
Le preguntaba qué había comido, si sabía planchar, si limpiaba su casa, su guiso favorito... Conversaciones cotidianas que no cuestan trabajo pero que estaba segura de que a él le hacían mucho bien. Me hablaba de sus hermanos, sobre todo de una hermana. Que desde que se murió su madre ella se ocupaba de él porque no sabía hacer nada. Que le llevaba su comida, le planchaba las camisas, le lavaba la ropa... y de que le daba 5 o diez euros cada día para sus cositas... Y también me hablaba de Dios.
Y del culto, al que nunca faltaba. Y por supuesto siempre me preguntaba por el Flamenkín, y por si estábamos bien, si nos íbamos a casar... Y me decía que el Flamenkín era muy bueno, que si yo le quería... Y el tema, rápidamente le llevaba a recordar a su princesa...
Y a su eterna espera...
Yo siempre he pensado que las personas al morir encuentran lo que desearon en vida encontrar.
Y como Caneco era muy creyente, estoy convencida de que por fín hoy se ha reencontrado con ese Dios al que tanto veneraba. Hoy podrá disfrutar de su palacio rodeado de tierras, y de esa princesa añorada. Y también sé que desde donde esté velará por todos aquellos que hemos sentido algo especial por él...
Y por qué no... Seguramente ya esté haciendo compás con la mano, en una mesa, cantando aquello que tanto me gustaba...
..."Mal fin tengan los dineros
que por su "curpita" tú a mí me has dejao...
Ya no te acuerdas, "sentrañitas" mías
de cuando comíamos pan y pescao..."
Suerte, Caneco...
5 comentarios:
No sabía nada de él desde hace tiempo y me ha dado pena enterarme. Que Dios lo tenga a su lado. DEP.
ains Rakel...un beso sonoro y apretao!muaks!
joer!!...menuda historia.....
Saludos Rakel!!
Es una historia bonita. Éstas personas tienen como un "aura" verdad?. Te encariñan. Estoy segura de que tu presencia aportó mucha felicidad a la vida de Caneco.
Un beso, Rakel.
Precioso Rakel!!! cierto que era querido por tod@s y que será como dices.
Publicar un comentario