miércoles, 13 de enero de 2010

94. Cuidadín con las pastillitas pa dormir...


Hace muchos muchos años, me quedé sin trabajo en Córdoba y tuve que irme a una fábrica de melocotones en almíbar, negocio de una rama familiar murciana, a trabajar un par de meses...

Bueno, yo salí de aquí siendo Rakel Winchester y, cuando fui a la entrevista (yo iba de incógnito, pa que nadie supiese que entraba por enchufe) me dieron una bata ancha nada sexi, una redecilla para el pelo, y pasé a ser el número 789...
Me teñí el pelo de marrón corriente, me hice una coleta, y a trabajar.


Lo recuerdo como una época asfixiante, no solo por ser una nave y ser verano, sino porque no conocía a nadie, era un pueblecito muy tradicional, iba disfrazada, eran muchas horas... y tenía que mentir constantemente.

No podía decir que vivía con mi novio sin estar casada, o que mi pelo real era rojo y de punta, o que me fui de casa joven, o que era sobrina del dueño... Y los horarios eran un coñazo, pues te obligaban a comer antes de la 1 -que se entraba-, y trabajando en la última nave que cerraba, tenía que hacer horas extras obligadas.

Total que acababa super de madrugada y no tenía con quien desahogarme...

Vivía sola en la casa de mi abuelo paterno (que por entonces estaba en la playa), un lugar muy antiguo que olía a tabaco de pipa...


Recuerdo cómo mis compañeras criticaban al moderno del pueblo (un chaval corriente con cuatro mechitas rubias en la cabeza) con frases como:

-uy, si yo me encuentro a ese por la calle de madrugada me desmayo!!!


Pero lo que peor llevaba era el machismo. Esa fábrica la trabajaban mujeres sobre todo, los hombres se tocaban los huevos mayormente y encima hacían comentarios de flipar.

Y me tenía que callar por no dar la nota.



Total, y no me extiendo, que medio me deprimí ahogada en un profundo insomnio...


Llamé a una psicóloga de Córdoba y me mandó unas pastillas para dormir.
Yo, que jamás había tomado eso, no sabía que debías tomarlas justo antes de ir a la cama, porque ni se me ocurrió leer el prospecto... Encima las que me recetó eran bastante fuertes.

Y, muy lista yo, me tomaba mi dosis saliendo de la fábrica... esperando que me fuera entrando el sueñecillo por el camino.


Llegaba a casa medio zombi ya, suponiendo que era cansancio puro -y era de las stilnox de los cojones- y me preparaba la cena... Recuerdo darme golpes con las paredes del pasillo al caminar.

Después me pegaba una ducha y me sentaba a ver la tele... O sea, que mi cerebro debía estar dormido y mi cuerpo espabiladísimo. O que se yo... Observaba las paredes...
Para entonces, llevaban en mi cuerpo ya más de una hora las pastillitas de dormir haciendo su efecto medio triposo...

Pensaba que me estaba volviendo loca. Aquella casa tenía muchas fotos, de esas que tienen los abuelos ampliadas en las paredes, familiares.

Justo en frente, sobre la tele, una de mi abuela ya fallecida.


Yo flipaba porque mi impresión es que aquella cara en primer plano salía y entraba del marco de la foto (eran las pastillas, está claro). La mezcla de aquel efecto, el cansancio y el estar despìerta me hacían crearme películas raras en la cabeza que desaparecían por las mañanas. Las madrugadas eran caras moviéndose por las paredes, algo terrorífico. Y al levantarme todo estaba quieto.

Y tonta yo por ni ocurrírseme achacarlo a aquel medicamento...

Y así pasaban los días, y yo sin poder confiarle a nadie aquel secreto: el estar volviéndome majareta.


Una noche, cuando me senté en el sofá y aquellas fotos comenzaron a moverse a lo bestia, entré en estado de medio pánico. Y hay ahí un vacío en el tiempo que no recuerdo qué pasó.


Jajajajajajaja...jajajajajajaja... Lo cuento:

Por la mañana me desperté acostada en la habitación de mi abuelo, con una virgen de Lourdes -la de mi abuelo de toda la vida que llevaba allí 10 siglos) de esas de souvenir (que la mitad de abajo es de plástico con agua bendita) al lado.

Agua no había ni gota, me la debí beber. Jajajajaja... Y en la mano de la virgen, esa que suele estar estirada, mi foto de carnet enganchada entre los dedos... Jajajaja...

No sé qué me pasó aquella noche por la mente para beberme aquel líquido que debía estar estancado ya por los años, ni sé en qué momento fui a por mi foto para encomendársela a la estatua...jajaja..

Cuando llamé a mi psicóloga pidiendo internamiento urgente en un psiquiátrico...jajajaja...

-Tú estás loca!! las pastillas se toman al irse una a la cama!!!!



Desde entonces... la valeriana entró en mi vida, si acaso...

4 comentarios:

Daniel Pérez dijo...

Qué grande... le tenías que haber hecho una foto a la virgen, porque de portada de CD no tenía precio... :D
Buen año!

Atance dijo...

Me habías contado algo una vez sobre la fábrica de melocotones pero el detalle de las pastillas no lo recuerdo. Ahora lo leo y flipo con las cosas que te ocurren, que son absolutamente de guión de cine.

siouxie dijo...

Por el estilo de la fábrica y el de los habitantes del pueblo, bien podrías haber estado en un pueblo de Texas, américa profunda, de esos de irás y no volverás....!qué miedito, niña!.
No te imagino con el pelo color "marrón normal".
Un besillo, chata :)

siouxie dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.